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02/12/2014 00:00

POEMA DE KIPLING

En el día de los Santos Inocentes quiero ofreceros este poema de Rudyard Kipling, y con él me abro un poco más a todos entregándoos parte de mí. Cuando fundé el Colegio Juan XXIII, del que fui director durante 25 años, coloqué este poema en el lugar preferente del Centro para que todos los alumnos lo pudiesen leer y lo hiciesen suyo. Este poema marcó mi vida de enseñante. Que tengáis un bonito día.


  • Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,
  • cuando todo a tu lado es cabeza perdida;
  • si tienes en ti mismo una fe que te niegan
  • y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan;
  • si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;
  • si, engañado, no engañas;
  • si no buscas más odio que el odio que te tengan…
  • Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
  • si al hablar no exageras lo que sabes y quieres;
  • si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo;
  •  si piensas y rechazas lo que piensas en vano;
  • si tropiezas al triunfar, si llega tu derrota
  •  y a los dos impostores los tratas de igual forma;
  • si logras que se sepa la verdad que has hablado,
  • a pesar del sofisma del orbe encanallado;
  • si vuelves al comienzo del trabajo perdido,
  • aunque esta obra dure toda tu vida;
  • si arriesgas en un golpe y lleno de alegría tus ganancias
  •  de siempre a la suerte de un día,
  • y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea,
  • sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era;
  • si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
  • aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga,
  • y se agarren contigo cuando no quede nada,
  • porque tú lo deseas y lo quieres y mandas;
  • si hablas con el pueblo y guardas tu virtud;
  • si marchas junto a reyes con tu paso y tu luz;
  • si nadie que te hiera llega a hacerte la herida;
  • si todos te reclaman, y ninguno te precisa;
  • si llenas un minuto inolvidable y cierto
  • de sesenta segundos que te lleven al cielo…
  • toda lo de esta tierra será de tu dominio y mucho más aun,
  • serás hombre, hijo mío.
Manuel Sánchez Bracho